Socialización en perros. La importancia de aprender a relacionarse.
Como los humanos, los perros son seres sociales. Un perro sin una socialización adecuada es, a grandes rasgos, un perro con menos capacidades adaptativas.
La socialización es el proceso por el cuál las personas y los animales nos relacionamos con todo aquello que nos rodea, como el entorno y demás seres vivos, y a través del cual interiorizamos las normas y valores de la sociedad en la que vivimos.
Para los perros, la socialización es un proceso vital que le permite desarrollar sus capacidades y mejorar su felicidad.
Hoy repasamos junto a Beatriz España (@bea.espana_educacioncanina), educadora canina formada en educación canina amable y respetuosa, la relación de los perros con humanos, otros animales y su entorno.
Las primeras veces
La etapa de socialización más importante para un perro es la de cachorro, especialmente entre los dos y los seis meses. Esos primeros contactos marcarán tanto el carácter como su forma de relacionarse para el resto de su vida. Eso no quiere decir que, si ha tenido problemas de cachorro, no vaya a poder cambiar en su etapa adulta. Pero sí, que te costará mucho esfuerzo y paciencia ayudarle a desembarazarse de hábitos que adquirió durante sus primeras semanas de vida.
Como ocurre con todas las crías, las experiencias que tenga durante su etapa de crecimiento, van a influir en ellos para el resto de su vida. Solo que, se concentran en unos pocos meses, mientras que, en los humanos, por ejemplo, duran años. Por eso es tan importante que sean experiencias positivas.
Durante esta primera etapa de socialización, los perros van a tener sus primeros contactos con perros – durante sus paseos o juegos en el parque –, otros animales – del núcleo familiar o del lugar por el que se mueva habitualmente – y personas.
También con su entorno, y eso incluye ruidos de la zona en la que vivan, coches y otros vehículos, olores… Por último, se verán expuestos a sensaciones o situaciones particulares, como el veterinario, la peluquería e incluso los momentos de soledad en casa (que tantos quebraderos de cabeza provocan).
Por eso – recalca Beatriz – es tan importante la labor del tutor, que es el responsable de su bienestar. Conocer la importancia de esta socialización temprana es una herramienta muy útil para su educación y crianza. Como papá perruno, es importante exponerle a los lugares, personas o ruidos con los que vaya a relacionarse durante su vida, de forma coherente y controlada.
Compañeros de especie
Su madre será siempre el primer referente que encontrarán en el camino. De ella aprenderán a establecer vínculos importantes con su entorno, y les enseñarán a jugar y a establecer límites entre ellos. Por eso, es muy importante que permanezcan a su lado – y junto a sus hermanos – mínimo hasta los dos meses y medio.
Cuando se separe de ellos, nos convertiremos en su familia. Por lo tanto, sus experiencias pasan a depender de nosotros y es importante lograr que esas primeras interacciones con otros perros sean positivas.
Es de sobra conocido que los cachorros tienen un nivel de energía alto que muchas veces nos agota a nosotros. También a perros adultos con menos paciencia, que no toleran ese nivel de intensidad y no se muestran receptivos a interactuar con ellos. En estos casos, se genera una interacción desigual en la que el cachorro busca una atención que el perro adulto no quiere darle.
Por eso, lo ideal es presentarle a perros conocidos, que sepamos de antemano cómo se comportan con otros perros, especialmente con cachorros. El objetivo es evitar situaciones negativas o que puedan generar miedos o inseguridades.
Así que, si estabas pensando en llevarle a un Pipí Can para que haga amigos, será mejor que descartes la idea. Después de los encuentros con perros que conozcas, será mejor que se relacione poco a poco con perros que encuentre en la calle, o en entornos seguros y controlados, antes que introducirle en este tipo de parques en los que puede sentirse totalmente sobrepasado.
El entorno y sus imprevistos
En casa, es sencillo mantener una situación de calma en la que tu perro se sienta cómodo y seguro. Se convertirá en su hogar y si consigues habituarlo de forma correcta, en su refugio (incluso cuando no esté contigo).
La complicación llega en el momento en que sus cuatro patitas pisan la calle, donde es más difícil controlar los estímulos, el ruido y las situaciones de estrés.
Por eso, Beatriz marca dos aspectos vitales para lograr una correcta socialización con el entorno: debe ser progresiva y sorteando vivencias negativas, y debe evitar por completo cualquier situación que le genere agobio, miedo o el recuerdo de una mala experiencia.
Los primeros paseos tienen que ser más cortos, eligiendo bien los horarios y las zonas de paso. Lo ideal es evitar calles con mucho ruido, tráfico o incluso ajetreo de personas. También horas y días en las que se acumula más gente: entradas y salidas de colegio, ciertos eventos, hora punta de tráfico…etc.
Si tienes que acostumbrarlo a situaciones generalmente ruidosas y con gente, como el transporte público, hazlo de forma progresiva, en horarios menos transitados. Trata de mantenerlo seguro y calmado durante todo el trayecto, y recompénsalo después de terminar.
Para habituarle a ciertos espacios que tendrá que visitar con frecuencia, como el veterinario o la peluquería, tendrás que hacerlo también en periodos cortos de tiempo y, sobre todo, acostumbrándole de forma previa en casa a situaciones que pueden resultarle invasivas. Manipula su carita y patas, cepíllale de forma regular y utiliza el secador cerca de él para que el ruido no le resulte extraño.
En general, es importantísimo crear vivencias positivas cuando se enfrente a nuevas situaciones con su entorno. Eso significa que, ante cualquier momento que le estrese, le genere miedo o ansiedad, es mejor marcharse (de forma tranquila) antes de exponerle a una experiencia traumática que le provocará una reacción de rechazo cuando se enfrente de nuevo a vivencias similares.
La responsabilidad del tutor
La exposición de las primeras veces a otros humanos, también debe ser coherente y controlada. Como decimos, es mejor evitar las muchedumbres o eventos con mucho ruido y gran cantidad de gente, donde tu perro se puede sentir realmente asustado.
Empieza presentándolo a personas de confianza donde el encuentro sea respetuoso y paulatino. Deben dejarles espacio y tiempo para que les huelan, les reconozcan, y decidan si quieren mantener contacto con ellos.
Aunque sin duda, si hay una relación humano-perro importante es la de éste contigo. Es imprescindible sentar las bases de esta relación en la seguridad, el respeto y la confianza, así como la compresión de su comunicación, afirma Beatriz.
Tienes que ser consciente del lenguaje de tu perro para saber lo que quiere decir en cada momento y actuar en consecuencia. Por ejemplo, cuándo está feliz, cuando está nervioso, cuándo se siente agobiado, o cuando se aburre.
Tú eres su mayor referente, así que debe confiar por completo en ti para sentirse seguro. Por eso es tan importante evitar conductas de castigo, tanto físicas como verbales, y tratar de educar en positivo. Puedes recompensar los comportamientos que te agraden sin castigar los que te molestan.
Ten en cuenta que tú eres su mayor referente, así que debe confiar por completo en ti para sentirse seguro. Por eso es tan importante evitar conductas de castigo, tanto físicas como verbales, y tratar de educar en positivo. Puedes recompensar los comportamientos que te agraden sin castigar los que te molestan.
No tires de la correa en la calle, ni lo regañes con golpes (incluso aunque sean muy flojos) o con gritos. Tampoco debes obligarle a mantenerse en situaciones que sabes que le hacen pasar un mal rato, ni seguir con una interacción en la que claramente está manifestando su descontento con un gruñido o enseñando los dientes. Respetar su espacio es muy importante.
Recuerda que la clave en los primeros meses es la paciencia, además de aprender a leer las señales que manda tu perro.
Todas las relaciones de un perro, tanto con los humanos, como con otros perros y el entorno, serán importantes para el desarrollo de sus capacidades, su relación con el entorno y su autoestima.
Los perros que no han podido tener una socialización adecuada o han vivido momentos muy complicados los primeros meses de vida, pueden ser perros con miedos, inseguridades y un carácter que necesitará más de nuestra comprensión.
Les costará más integrarse en la sociedad, enfrentarse a ciertas situaciones y rutinas que implique su día a día, y pueden presentar dificultades en las relaciones con perros y personas, explica Bea.
Eso no quiere decir que sea imposible ayudar a un perro adulto a superar estos problemas derivados de una mala socialización temprana. Simplemente requerirán más tiempo, dedicación y paciencia que enfrentarse a nuevas situaciones de forma adecuada con un cachorro.
Los problemas de socialización
No nos cansamos de decir que cada perro es un mundo, así que generalizar con respecto a los problemas que pueden derivar de una mala socialización es un poco complicado.
Aun así, hay algunos que se repiten de forma abundante, y que podemos decir que son los más comunes: miedos, inseguridades, baja autoestima para enfrentarse a situaciones cotidianas, falta de habilidades sociales con humanos y otros perros, reacciones bruscas o de malestar a ciertos estímulos.
Haciendo una recopilación de todo lo anterior, los motivos de estos problemas de socialización pueden ser:
- Una separación prematura de la madre
- Experiencias traumáticas de los 2 a los 6 meses (Maltrato, aislamiento, necesidades básicas sin cubrir)
- Experiencias inadecuadas al llegar a casa (Especialmente por desconocimiento de los tutores sobre las necesidades, la relación que deben establecer con ellos o sus señales de comunicación)
- Mala asociación de un estímulo concreto por una experiencia negativa en edades tempranas (Primeros contactos estresantes con el entorno, otras personas o perros)
Si tu perro ha sufrido alguna de ellas, bien porque sea adoptado y no sepas cómo han sido los primeros meses de su vida, bien porque como padre primerizo se te hayan escapado algunas cosas durante su educación… ¡No te preocupes! Como te decimos, no es imposible solucionar estos problemas, solo requiere de paciencia y mucho conocimiento para revertir la situación.
Mejorando vuestra vida
Lo primero que te recomendamos es que trabajes de forma individual los problemas de tu perro con la supervisión y ayuda de un profesional en educación canina amable. Si no has podido tú, te enseñará a leer sus comportamientos y su forma de comunicarse. Detectará las dificultades a las que os enfrentáis y diseñará la mejor forma de resolverla juntos. En definitiva, conseguirá reforzar vuestro vínculo para que tu perro se sienta seguro y tranquilo y para que tú puedas resolver, sin problema, las situaciones que puedan alterarle.
Además, te recomendamos que tu perro se relacione de forma controlada con otros perros, en entornos seguros y en presencia de personas con el conocimiento necesario, como la guardería canina.
Las guarderías caninas no son solo espacios para mantener a tu perro acompañado mientras vas a trabajar o estás fuera de casa. Son espacios donde aprenderá a relacionarse con otros perros de forma adecuada. Además, se mantendrá activo física y mentalmente (evitando las largas jornadas de aburrimiento en casa) y tan entretenido que no querrá volver a casa. Son como escuelas donde tu perro viene a aprender las maravillas de ser un can.
Si aún no las has probado, te recomendamos hacerlo para que veas de primera mano los efectos positivos de una socialización adecuada. Especialmente si a tu perro le cuesta relacionarse con otros perros.